miércoles, 23 de abril de 2014

GAFAS




¿Alguna vez has querido a alguien tanto que has sentido la necesidad de gritárselo al mundo?




El pasado San Valentín, el canal COSMOPOLITAN TV organizó un curioso concurso que premiaba a la mejor declaración de amor. Cómo ya sabéis, yo no dejo escapar una oportunidad audiovisual, por lo que me lancé de lleno al evento. Nunca me había presentado a un concurso llevando material personal, quiero decir, que siempre he jugado en el campo de la ficción, contando historias más o menos ajenas a mi persona, pero esta vez había que abrirse en canal, contarle al mundo mis sentimientos, y declararme a esa persona que tanto quiero. No iba a ser fácil, pero lo cierto es que el romántico que llevo dentro desde los tiempos de Dawson Crece, me facilitó bastante las cosas. Cogí uno de mis cuadernitos para la causa (tengo cientos), y me puse a escribir, escribir, y escribir. La mayoría de historias se dirigían sin querer hacia la ficción, escribiendo vidas inventadas, más románticas, más dramáticas, historias en definitiva, pero volvía a leerme las bases del concurso, que decían claramente: UNA DECLARACIÓN DE AMOR REAL. Y vuelta a empezar.



De esa forma me encontré en la intimidad de mi cuarto, observando mi colección de gafas de sol, cuando me vino la idea a la cabeza. ¡Tengo que hacer una declaración de amor a los pequeños detalles!, esos que marcan la diferencia, esos que hacen que no te olvides de que, ahí fuera, alguien te quiere, en silencio, o en voz alta, pero no estás solo.



Una semana después tenía un vídeo de 1 minuto 12 segundos formado por casi 400 fotografías que gracias a la técnica del stop motion recreaban mi declaración en movimiento. Sincera, sencilla, directa al corazón de esa persona, y, con suerte, de los espectadores del vídeo, y del concurso en sí.


[ GAFAS, el vídeo, aquí: bit.ly/1flrgBN ]



Varios retrasos por parte de la organización después, para brindar la oportunidad de presentarse a más, y más personas, el pasado 1 de abril comenzaron por fin las votaciones, y con ellas mi exhaustiva campaña de promoción para conseguir que el vídeo llegase a la mayor cantidad de gente posible. ¿Cómo lo hice? A través de dos formas, la primera, y más clásica en mí, diseñando, imprimiendo, coloreando, y recortando alrededor de 1000 gafitas que incluían la forma de votar, y que repartí por las calles de Madrid y Badajoz principalmente. La segunda, y tal vez más interesante, haciendo una serie de fotografías a muchos de mis amigos y conocidos (apodados como GAFOTAS), caracterizados únicamente con unas gafas de sol. Con ello pretendía mostrar esa vulnerabilidad que tiene una persona desnuda, y esa fuerza a su vez del cuerpo humano, un cuerpo sin mayor artimaña que las gafas, y las ganas de ser amado. Podía parecer una locura, o una genialidad, pero lo cierto es que gracias a esas imágenes, la gente empezó a acceder al vídeo, y a votarlo y comentarlo en masa, algo que nunca me había sucedido hasta el momento.



Tres semanas después, el 21 de abril para ser exactos, a eso de las 16:15 de la tarde, la organización del concurso hacía recuento, y me daba la genial noticia. Después de dos meses sin parar, y varias semanas sin apenas dormir, ¡LO HABÍAMOS CONSEGUIDO!. El primer premio era nuestro, de todos y cada uno de los que creímos en el proyecto, especialmente mis amigos, los gafotas, que se volcaron desde el minuto 1 sintiendo la declaración como propia, algo que no sólo me lleno de orgullo, y emoción, si no de amor. HABIAMOS GANADO EL PRIMER PREMIO. Después de todo el esfuerzo, era nuestro. La espera había terminado, el trabajo había finalizado. Lo digo, y aún no me lo creo. No por el dinero del premio en sí, que me vendrá genial para poderme comprar finalmente una cámara que no desprestigie las historias que cuente, si no por todo el camino recorrido hasta llegar aquí. Cada día era una nueva alegría, representada en un pequeño comentario bonito en el tablón del vídeo, o en una persona que me reconocía y felicitaba por las calles de Madrid mientras repartía mis gafitas, además del amor que me brindaron tantos y tantos amigos en las redes sociales. Una pasada. Nunca, nunca, nunca habría esperado algo así. Ni en el mejor de mis sueños. Me desbordó totalmente, haciéndome la persona más feliz de un mundo en el que todos llevamos gafitas de colores.



Ahora toca disfrutar del momento, marcarme un par de fiestas de celebración con los míos, y descansar, que cuando quiera darme cuenta tendré alguna historia rondándome el coco, lista para ser contada.





Los próximos días prometo subir algunas de mis imágenes favoritas de la campaña más gafota, para que las disfrutéis al igual que el resto de los mortales. :)




UN ABRAZO, Y UN BESO PARA TODOS
Y GAFAS, MUCHAS GAFAS, PARA INTENTAR VER EL MUNDO DE OTRO COLOR.










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